La cosmología es reputada por exceso de postulación y desacierto. Y es normal, porque es ciencia, pero se dedica a uno de los temas más complicados que se pueden tratar: de dónde viene todo esto. Con todo, cada vez afinan más y mejor, y sus teorías no son fruto de la fantasía aunque sí de un tipo de imaginación, algo salvaje, pero siempre basada en la evidencia. Ante este panorama, ¿porqué prácticamente no se invoca a Dios en los círculos científicos? Para estos párrafos de hoy dejamos de lado los no desdeñables pormenores de cómo definir a ese Dios, y simplificamos en que es omnipresente, omnisciente, e interviniente.
Si viviéramos en un mundo con el avance de conocimiento actual, pero en el que Dios no hubiera sido nunca postulado, es fácil imaginar que la idea a estas alturas no tendría mucho calado. Da sentido a esta pregunta el hecho de que nuestra historia es bien distinta. Para los científicos, el Dios interviniente además no se presenta como una nueva partícula o un nuevo campo de interacciones. Tampoco les vale mucho plantear una ontología completamente nueva, en la que trascendemos de la física tal y como la conocemos ahora. Más bien, Dios irrumpe en la ciencia en una categoría metafísica completamente nueva, cuya observación hasta la fecha es intratable.
Ante esta manera de pensar, Dios cae víctima de la navaja de Ockham, principio que tantas veces nos ha servido en ciencia. La navaja de Ockham nos invita a elegir la explicación más sencilla de todas las que hay disponibles, y por tanto es raro que deje de rechazar a Dios, tal y como está planteado en el párrafo anterior: es demasiado complicado.
Luego está el asunto de la impredictibilidad a priori de Dios. Es más, este tema entra justo en la dirección opuesta de lo que se intenta hacer en ciencia. Buscamos dar sentido al funcionamiento de las cosas en el Universo, y para ello nos basamos en la causalidad (es porque te tiro una piedra que te duele, y no al revés) y en un cierto orden fundamental de la naturaleza. La aceptación de la intervención divina da al traste con esta manera de pensar, fundamental para el avance científico.
Pensemos ahora al contrario de como hicimos al principio: imaginemos un mundo en el que no hubiera maldad en abundancia, la gente fuera buena y generosa, la naturaleza no fuera aleatoria y destructiva, y la virtud siempre quedara de algún modo premiada. ¿Qué dificultades tendríamos de postular a Dios en semejante contexto? ¿Qué hace que un contexto contrario a este no nos invite a su correspondiente postulación negativa? Ya no es cosmología sino comportamiento humano. Pero siempre es ciencia. Siempre preguntas que al menos están en nuestra mano.
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la ciencia es muy importante para todos nosotros
ResponderEliminarbueno dios creo a todo y a todos nosotros por eso es que la cosmologia tambien es de dios
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